martes, febrero 05, 2008

Pequeño paseo

¿Alguna vez han sentido a una calle emanar vida o cierto pasado? ¿ que al caminar por sus calles hay cierto calor humano presente?

Unas noches atrás, cuando el pegajoso e insoportable calor de esta ciudad era llevadero, puse mis pies a andar. El recorrido dio inicio en San Isidro, cerca del hotel Los Delfines. Mi dirección fue hacia oriente. Mientras caminaba pude ver imponentes casas y edificios. Algunos de ellos se notaban viejos e imponentes; otros, con una arquitectura más moderna, eran ágiles; muy pocos, por no decir un par, estaban abandonados a su suerte.

Mientras más me adentraba por estas calles, encontraba que a pesar de la belleza arquitectónica de estilos y colores, las estructuras me daban pena. Eran tristes. Las grandes casas estaban simplemente amontonadas una al costado de otra, como palitroques esperando a ser derrumbados sin resistencia alguna. Inclusive, arrastraron a su estado inerte a una huaca cercana convirtiéndola en un mamotreto de barro.

Cuando perdía la esperanza, y comenzaba a llenarme la depresión fui sintiendo un poco más de vida y calor de la casas que contemplaban mi andar. Sucedió mientras me aproximaba a Miraflores. Aquel movimiento comercial y pequeñas casas le dieron brío a mi andar. En aquel momento, en contraposición al ya vivido, pude percibir que las paredes y el pavimento me murmuraban historias al oído. Relatos incontenibles por su incipiente materia.

No es la primera vez que transito por algun barrio o espacio urbano y puedo percibir tales sencaciones. En estos lugares, encuentro puntos en común. Por ejemplo, siempre existe un mayor movimiento de personas y una mayor socializacion entre los miembros de dicho lugar. En cambio, en el caso de San Isidro, pareciera que toda la vida sucede dentro de los hogares, por lo menos esa es la esperanza que me queda.

Otra característica que puedo resaltar, sobre los lugares más calidos, es que existe una especie de mimetización camaleonica de las construcciones, sean estas homogeneas o no. Esto genera una sensación de espacio único del conjunto. Por el contrario, en lugares donde se nota menos vida, tiendo a sentir que cada edificación es un ente aislado del resto, como si se bastáran a si mismos para subsistir en su hábitad.

Estos detalles, y sensaciones, me hacen pensar acerca de mis lugares favoritos. Debo admitir que a pesar de que tiendo al monte, prefiero lugares calidos, en sentido subjetivo, para habitar. Los barrios, o lugares, que me pueden brindar dicha calides son mis favoritos. Esta preferencia marcada sucede, creo, porque estoy seguro que en dichos lugares existe algo de calides, por lo menos en el espacio común. Sin embargo no niego que los otros sitios puedan tener calides de hogar, solo que prefiero no correr el riesgo de no encontrarla ni dentro ni fuera de ellos.



2 comentarios:

out dijo...

Bueno, la diferencia es que algunos barrios como San Isidro y ciertas zonas de la molina son lo que decimos en antropología urbana "Barrios dormitorio". Es decir, urbanizaciones donde los residentes solo duermen (del trabajo al dormitorio) y se festejan algo lo hacen dentro de sus propiedades. Los vecinos se conocen pero sólo en función de mantener el orden y la paz de sus barrios.
Otra cosa son los "barrios abiertos" que son más comunes en las residenciales de Jesús María, Pueblo Libre y por supuesto, la riqui Viki y el llaoca (del trabajo a la esquina, a la tienda del barrio o una frenada en la casa de tu pata-vecino antes de ir a dormir). Aqui los espacios públicos son en realidad patrimonio de los residentes. Lugares comunes donde los amores, las peleas, chismes y planes fluyen dandole vida e impregnando de nostalgia el sitio. Es cierto, el comercio ayuda a que esto suceda pero cuando es en exceso, los residentes se ven invadidos de gente extraña, lo que les quita identidad local al barrio.
A mi me pasa lo que cuentas cuando camino por camacho, todo estan callado, calmado, solo te topas con otros caminantes apurados o parejas ansiosas de privacidad que se distinguen en las sombras bajas de los jardines públicos. Es totalmente distinto que cuando camino por Jesús Maria y Pueblo Libre, por más comercio que se ve, hay zonas donde uno siente que el lugar esta impregnado con vivencias previas de los que viven por ahí.

Nos vemos Pepe, espero que escribas pronto.

Pepe Bacigalupo dijo...

Franklin:

Agradezco que hayas comentado en mi reaperturado blog, sobretodo poniendo tu cuota antropológica enriquecedora al asunto. Al igual que tu, yo también espero publicar pronto, ojalá no me gane la flojera, jejeje.

PePe