lunes, marzo 06, 2006

Pincelada

Se encontraba solo, acorralado por la culpa, sentado sobre la vieja silla de la bisabuela. Lloraba en silencio mientras veía el inmenso fondo de la pared. En su mente no había contemplación de alegría; solo el hundirse, poco a poco, en el inmenso pozo del desasosiego. Cruzó las piernas y apoyó sus huesudos nudillos a su ya mojado mentón. La cama crujía en silencio antes los tenues rayos de luz que caían sobre ella. ¡Mierda! ¿Qué he hecho?. El eco rebotó sobre las escaleras de mármol al fondo del pasillo. ¡Mierda! ¿Qué he hecho?.